La persistente lluvia de ultima hora y las buenas temperaturas de este mes van a devolvernos de nuevo la ilusión de salir al monte y rebuscar entre la hojarasca, los matojos, los cardos y otros rincones de nuestro coqueto valle del Yalde los preciados y preciosos tesorillos que representan las setas.
Boletus, pie azules, senderuelas, de cardo, lepiotas, champis silvestres, níscalos....maravillas de la Naturaleza que tenemos la suerte de disfrutar en nuestra cocina todos los otoños y primaveras a poco que el astro acompañe.
Recolectar setas reconforta el espíritu al estar tan absortos en su búsqueda, nos mantiene en forma ( monte arriba - monte abajo), nos da la oportunidad de conocer y admirar bellos paisajes y lo podemos practicar tanto individualmente como de forma colectiva, en familia, en pareja o con los amigos.
Pocas actividades lúdicas son tan completas y versátiles ya que aun después de terminar su búsqueda y recolección nos queda dos elementos muy importantes que hacen que la faena no haya concluido: La clasificación y limpieza de los ejemplares encontrados y el cenit, que no es otro que la preparación culinaria para ser degustadas en ocasiones especiales como su condición de tesoros lo requiere y esas ocasiones pueden ser cualquier día de Otoño en nuestra casa.